Misterios, enigmas y tesoros en el Museo de Huelva


      Tarde fría de noviembre, teníamos una cita, estábamos apuntados a una "visita guiada" al Museo de Huelva. Llegué con tiempo de sobra para hacer algunas fotos y comprobar el abismo que existe entre la calle y el umbral de un Museo. ¿Por qué esa resistencia, por qué ese pensamiento negativo, por qué esa falta de curiosidad, de interés o de actitud positiva ante un Museo? En unos segundos la sala se animó y un grupo variopinto y predispuesto, estaba preparado para iniciar el recorrido. 


      Unos minutos de espera y la bienvenida por parte del director y dos de sus colaboradoras. Su entusiasmo e interés quedaron reflejados desde el primer momento que Jessica cogió las riendas de la visita y comenzó de forma amena y divertida a explicar y a acompañarnos por 7.000 años de historia de la provincia de Huelva. 


      Cada objeto, cada vitrina se convertía en una parte del relato que nos transportaba de una a otra como si de un baile se tratara, el hilo de la historia, las anécdotas, los comentarios, las investigaciones, los datos eran mucho más amenos y mucho más interesantes, todos llevábamos el ritmo. 


     En un abrir y cerrar de ojos habíamos terminado el largo viaje por tantísimos años de historia que no terminaban aquí, entusiasmados nos trasladamos por escaleras y pasillos escondidos a los "fondos del Museo".


      Ahora la perspectiva cambia, y por un momento uno siente que se encuentra en un lugar todavía más valioso, más misterioso y mucho más interesante. Sin duda un privilegio y un lujo, era el corazón y el interior del Museo, cajas y cajas perfectamente colocadas y clasificadas, etiquetas de tesoros y restos traídos desde tantos lugares; de una casa, una plaza, una ciudad, una playa... cuánta magia, cuánta historia, y cuántos datos de nuestro pasado... uno no puede quedarse tal cual, pasear en medio de esas galerías impresiona y te pone los pelos de punta.


      El Director nos adentra en este mundo mágico de tesoros interminables, de clasificaciones miles, de horas de trabajo sin fin, de cajas apiladas aparentemente abandonadas y tristemente ocultas. Y nos lleva hasta el rincón donde una mesa se transforma en el laboratorio y la base de descubrimientos e investigaciones inimaginables y de un valor incalculable. Clara nos pone fácil lo difícil y nos explica cómo es el trabajo diario, nos familiariza con los instrumentos de trabajo y nos enseña cómo saber interpretar cada detalle por muy pequeño que parezca. 


      Aquí está la magia y se siente, un silencio que te hace pensar, unos materiales y unas piezas que impresionan, tanta responsabilidad, tanto valor, tanta historia y tantas vibraciones.
      Continuamos el recorrido y no dejamos pasar por alto un objeto cargado de simbolismo, de historia y de coincidencias que corrobora la importancia de nuestro enclave, nuestras actividades, nuestra cultura y que sin duda dan sentido a tantas cosas, el protagonista es un cañón con mucha historia...


      Otras escaleras dentro del laberinto interior nos conducen hasta el "Taller de restauración" donde Enrique nos enseña y explica sus trabajos. Impresiona escucharlo y ver cómo maneja las obras, la tecnología se mezcla con el arte de las manos. Tarea compleja, misteriosa, enigmática y con tanta carga de responsabilidad. Necesitaríamos un día entero para aprender más, se lo hicimos saber, ante su sorpresa y su ofrecimiento, siempre de agradecer.


      El tiempo apremiaba y todavía quedaba mucho más, no podíamos terminar sin ver al menos algunas pinceladas de las obras de los "Fondos de Bellas Artes". Una habitación apartada y acondicionada donde guardar las obras pictóricas y esculturas. Otro espacio y otro momento donde el alma queda desconsolada, cómo pensar y cómo imaginar que tanta belleza, y tanto valor se encuentre escondido o guardado como si de un armario vestidor se tratara. Una pincelada de un gran cuadro y las ganas de venir y contemplar uno por uno... cuánto tiempo haría falta.


      Tiempo, qué es el tiempo. Hemos viajado por miles de años y hemos contemplado miles de joyas de otras épocas, hemos aprendido, nos hemos emocionado y hemos descubierto los misterios que alberga un Museo. Ahora lo que nos falta es más tiempo para seguir atravesando el umbral de un edificio con vida, donde cada objeto tiene algo que contar y donde sus profesionales, cada día, trabajan con entusiasmo y profesionalidad, para que nosotros lo veamos tan fácil como si de una historia o un cuento se tratara.

      Terminó nuestra visita y nuestra experiencia inolvidable, fue sin duda otra forma diferente de conocer un Museo, excelente iniciativa que todos los presentes supimos agradecer con un emotivo aplauso. 
      Nos despedimos con las ganas de regresar, volveremos pronto con otras visitas, con más amigos y animando a todos a que se acerquen... al Museo.

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