Una experiencia que teníamos ganas de hacer, un sábado de
tapeo por Ayamonte. Día otoñal y agradable que acompañaba para pasear. Aparcar
a orillas del Guadiana y caminar en dirección al Centro. Primera parada el
Mercado de Abastos. Puestos repletos de pescado fresco, bullicio y aromas
característicos. Muy típico el bar del recinto.
Continuamos por sus calles y
nos dirigimos a Casa Orta, entrar en el establecimiento y retrasar el reloj,
tienda de ultramarinos con estanterías hasta arriba repletas de productos
típicos y selectos, su oficina con su caja registradora antigua, sus rincones
con alacenas de la abuela y ese patio con macetas, tan andaluz y tan auténtico,
hacen del lugar un sitio peculiar de visita obligada.
Unas tapas de exquisitas
chacinas servidas sobre papel, acompañadas de un vermut y de fondo cante
flamenco y una guitarra fresca que retumba en las paredes con solera. No había
mejor forma de comenzar.
Continuamos el recorrido por sus calles y llegamos
hasta la plaza de La Laguna, con sus bancos de azulejos, las palmeras y ese ambiente tan acogedor.
A pocos metros la siguiente parada en la tasca La Puerta
Ancha, sus cuidados barriles de improvisadas mesas y su pizarra nos invitan a
entrar a tomar algo, una carta sugerente y original y degustar sabores
exquisitos, como el "Timbal de ensaladilla de pulpo con pimentón picante y
huevas de lumpo".
Un ratito de charlas, comentarios y risas y decidir otro
sitio. Cruzar la plaza y a pocos metros otro lugar típico, de los de toda la
vida, azulejos viejos, pareces cascarilladas, vajilla desgastada y aroma a
pescaíto frito, uno no puede irse sin probarlos, acompañados de unos tomatitos
aliñados en el Bar Margallo.
Un variado y original homenaje gastronómico,
salpicado con aromas y entornos diferentes, que te dejan el sabor de lo
auténtico y las ganas de volver pronto. Era el momento de hacer hueco para un
café, no sin antes subir y bajar caminando por el Paseo de La Ribera y llegar hasta ese espacio amplio y luminoso,
niños correteando, abuelos de tertulias y sentir la brisa del
mar.
Recordábamos momentos de la niñez imaginándonos como niños
sentados en esos bancos compartiendo charlas y pipas con los amigos.
Sensaciones, momentos, impresiones y experiencias compartidas en este día de
tapeo por Ayamonte, sin dudarlo inolvidable.